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Creo que esta va a ser una de las mesas dulces que recuerde toda mi vida con especial cariño. Primero porque creo que quedó maravillosa. Pero sobre todo por la odisea que conllevó el día del montaje.

Mucha gente no es consciente de todo lo que supone una mesa dulce. No se trata de comprar cuatro tarros y dos chuches, y ya. Se trata de mucho más. Hay una planificación, un diseño, una prueba de sabores, una logística, un transporte y un montaje. Muchas horas detrás y, en ocasiones, muchos nervios.

Para mí el momento más crítico es el de cargar el coche e ir a un sitio al que no he ido antes. Gracias al GPS siempre llego a todas partes normalmente sin problemas, pero a veces hay sorpresas. A veces me preguntan que por qué no voy antes a explorar la localización. El tema es que para ajustar al máximo los presupuestos, esa opción queda fuera de la mesa.

El problema es que el GPS a veces no es tu mejor amigo. En muchas ocasiones los novios me mandan el mapa del lugar por mail pero, hasta ayer, yo me fiaba más de la vocecita del GPS que de estar pendiente de un mapa que la mayoría de las veces no sé interpretar. Llamadme mujer, no me importa.

Pero el sábado el GPS me jugó una mala pasada y me mandó por un camino sospechoso. Cuando vi que no podía ser por allí, di media vuelta. Y 3 minutos después el embrague decidió quedarse enganchado, empecé a oler a quemado y a salir humo del capó. Imaginaos por un momento la situación. El coche cargado hasta los topes con todo lo necesario para montar la mesa dulce, en un camino rural en medio de la nada, casi sin cobertura y con unos novios esperando. Me quería morir.

Empecé a llamar a todos los móviles que tenía, catering, masía, hermano del novio… Todos fuera de cobertura. Llamé como 20 veces. Nada. Así que empecé a caminar en busca de civilización en busca de ayuda. En eso volví a llamar y Pep, del catering, contestó. Salvada. A los 15 minutos llegaban los dueños de la masía, Toni y Narcís,  en un jeep. Una vez visto que mi coche no tenía solución, cargamos su jeep y fuimos para la masía. Del coche ya me preocuparía luego.

Llegamos y ya me relajé. Me puse a montar la mesa y a medida que veía que todo tomaba forma, me quedé mucho más tranquila.

Está claro que estas cosas pasan y son difíciles de prever. Claro que de todo se aprende y os puedo asegurar que no iré nunca más a un sitio sin llamar antes y preguntar mil veces cuál es el mejor camino. Al menos si el coche decide dejarme tirada, que sea en algún sitio con personas alrededor.

La verdad es que podría haberme callado y no explicar nada de todo esto. Pero es que al final todos somos humanos y estas cosas pasan. Mejor tomárselo con filosofía y reírse ahora de la situación.

Porque seguro que ahora valoraréis mucho más esta mesa dulce, tan especial, tan bonita 🙂

 

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Lugar: Mas Postius

Organización, montaje, diseño y repostería: Sweetmama

Carro: Alquiler Hostelería

Apple y Lemmon pies: Mr and Mr Sweet

Flores de los pasteles: Muguet

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